El sector eléctrico brasileño atraviesa una importante contradicción. Por un lado, confirma una expansión acelerada de la infraestructura energética y digital, con la generación distribuida (GD), el mercado libre de energía y el segmento de centros de datos con inteligencia artificial (IA) impulsando la demanda de inversiones a corto y mediano plazo.
Por otra parte, este crecimiento se ve amenazado por cuellos de botella en la infraestructura de la red energética –como retrasos en la construcción de líneas de transmisión, cuyo cronograma no sigue el ritmo de crecimiento del sector– y por la imprevisibilidad regulatoria provocada por el aumento de los recortes en la generación renovable debido a la sobreoferta de energía, el llamado curtailment , efecto del avance descontrolado de la generación distribuida, uno de los motores de la expansión de este sector.
En términos generales, estas son algunas de las conclusiones del inédito estudio de la consultora Inventta , “Macromovimientos y tendencias en el sector”, difundido este miércoles 10 de septiembre y al que NeoFeed tuvo acceso anticipado.
“Más que mapear señales de transformación, buscamos traducir oportunidades y riesgos que ya están empezando a impactar las estrategias de las empresas –y que inevitablemente definirán quiénes estarán mejor preparados para competir y crecer en los próximos años–”, explica Juliano Cortez, COO de Inventta, consultora especializada en inteligencia de mercados.
El estudio parte de la observación de que el sector eléctrico brasileño está experimentando una transformación sin precedentes, con el 88,2% de la matriz eléctrica compuesta por fuentes renovables. En abril de 2025, Brasil superó los 210 gigavatios (GW) de potencia monitoreada, lo que sitúa al sistema eléctrico nacional entre los más grandes del mundo, con una capacidad instalada superior a la de países como Italia, Francia y el Reino Unido.
Además, el sector eléctrico del país supera el promedio mundial en transición climática. Uno de los datos destacados fue que el 60% de las empresas evaluadas ya operan con una matriz energética 100% renovable y el 53% ofrece soluciones de eficiencia energética.
La resiliencia de los activos y la creciente imprevisibilidad regulatoria son temas centrales del estudio, mientras que la reducción aparece como un síntoma de infraestructura y coordinación insuficientes, con proyecciones preocupantes hasta 2035. Paralelamente, los centros de datos de IA surgen como un impulsor dominante de la demanda y la inversión, con una preferencia por ubicarse en la región sudeste, lo que requiere la modernización de las redes y líneas de transmisión.
“A pesar de las presiones regulatorias, el sector eléctrico sigue siendo, entre los sectores de infraestructura del país, el más atractivo en comparación con el saneamiento y el petróleo y gas”, asegura Cortez. “Abordar la imprevisibilidad regulatoria y modernizar la infraestructura son factores cruciales para sostener las inversiones, garantizar la estabilidad y satisfacer la nueva ola de demanda impulsada por los centros de datos”.
Oportunidades inmediatas
Según el estudio, la generación distribuida (GD) y el mercado libre de energía ofrecen oportunidades inmediatas para el mercado de capitales, mientras que la digitalización y el almacenamiento de energía –a través de baterías, para reducir la intermitencia de la generación renovable– son tendencias estratégicas, con desafíos modelo y regulatorios.
Cortez observa que la generación distribuida (GD) y el libre mercado atraen a los inversores por diferentes razones. Según él, la generación distribuida —un segmento conocido por albergar plantas de energía renovable más pequeñas, incluyendo paneles solares instalados en tejados— requiere proyectos de baja complejidad, cuya energía entra a la red operada por distribuidores.
Con tasas de retorno superiores al 40%, la generación distribuida (GD) permite una inyección sin restricciones de carga en la red, obligando al Operador Nacional del Sistema Eléctrico (ONS) a reducir la generación de grandes centrales eléctricas centralizadas para evitar sobrecargar el sistema.
Por lo tanto, la generación distribuida (GD) se ha convertido en el factor más crítico para el aumento de la restricción . Tan solo en los primeros ocho meses de 2025, la capacidad instalada de generación fotovoltaica distribuida aumentó un 16 %, hasta alcanzar los 45,3 megavatios (MW). Este volumen de carga de GD ya se acerca a la capacidad combinada de las plantas eólicas centralizadas (35 GW) y solares (14 GW).
“Los riesgos de la generación distribuida, especialmente el agravamiento de los recortes , ya están descontados en el mercado”, asegura Cortez, refiriéndose a los recortes de generación de las centrales renovables centralizadas, que vienen batiendo récords sucesivos, generando una pérdida estimada de R$ 1.000 millones al mes para los aproximadamente 1.500 proyectos centralizados monitoreados por el ONS, entre ellos gigantes como Enel, Engie y Auren.
“Nuestras proyecciones hasta 2035 indican que la reducción provocará el descarte del 8% del promedio nacional de energía generada por plantas renovables centralizadas, y en el Nordeste se espera que esta tasa alcance el 11%”, advierte. Este mercado mueve alrededor de R$ 35 mil millones.
Respecto al mercado libre, el estudio atribuye las altas expectativas de los inversores a dos cambios esenciales: la apertura al mercado de media/alta tensión en 2024, y la perspectiva de apertura al mercado de baja tensión ya en 2026, lo que podría atraer al consumidor medio.
En rigor, este cambio ya está en marcha. En junio, el mercado libre de energía totalizó 77.156 unidades de consumo. Esta cifra representa un crecimiento del 124 % en dos años. Tan solo la apertura del mercado a pequeños consumidores (comerciantes con una demanda inferior a 500 kW) atrajo a 26.680 nuevos usuarios.
Según Cortez, los cambios en el libre mercado exigirán un nuevo enfoque de negocios por parte de las empresas energéticas que operan en el segmento, que antes actuaban como simples proveedores de un commodity.
“Ahora, tendrán que enfocarse en las relaciones con los clientes y apostar por la digitalización y la eficiencia como motores de monetización”, afirma. “En otras palabras, necesitarán estructurar modelos de negocio que aporten valor más allá del suministro de kilovatios-hora (kWh)”.
Otros datos recopilados por el estudio muestran el gran potencial del mercado libre de energía, que este año representó el 43% de la electricidad consumida en Brasil. Mientras que la tarifa promedio cobrada por las distribuidoras es de R$ 345 por megavatio-hora (MWh), el precio a largo plazo en el mercado libre es de R$ 192/kWh, lo que genera un ahorro del 46% en costos energéticos.
Centros de datos y nuevos participantes
El estudio de Inventta también apunta al crecimiento del mercado de centros de datos como motor no sólo de la demanda energética del país sino también de las inversiones en el sector en el mediano/largo plazo.

Brasil ya lidera el mercado de centros de datos en Latinoamérica, concentrando el 50% de las inversiones en la región. También se espera que el país registre la mayor expansión de capacidad para 2029: hay 450 MW en construcción, con inauguración prevista para esa fecha, más del doble del volumen de Chile, el segundo país en la clasificación, con 215 MW.
Según datos de Brasscom, asociación de empresas tecnológicas, citados en el estudio, se espera que el sector se expanda en US$3.500 millones adicionales hasta 2029, con un crecimiento anual promedio del 11,05%.
El hecho de que el estudio de Inventta se haya realizado antes de la aprobación del Régimen Tributario Especial para el Área de Centros de Datos (ReData), mediante la Medida Provisional (MP) Nº 1.318, en septiembre de este año, dejó fuera anuncios de inversiones multimillonarias en centros de datos.
Pero el estudio también identificó otras oportunidades de inversión con alta rentabilidad en el sector eléctrico. Las 20 mayores comercializadoras de energía, por ejemplo, representan más de 60.500 megavatios de media, lo que representa una cuota significativa —superior al 50%— del mercado libre de energía.
Cortez afirma que no sorprende que dos instituciones financieras, BTG Pactual y Santander , lideren el ranking de comercializadoras de energía, por delante de las empresas del sector. Según el estudio, empresas de otros sectores (telecomunicaciones, construcción y banca) también consideran el sector eléctrico como un refugio seguro para sus inversiones.
“Para las empresas que buscan inversión a largo plazo en un mercado regulado, el sector eléctrico, con todos los problemas que conlleva, sigue siendo muy atractivo”, afirma Cortez, recordando la advertencia del estudio sobre la necesidad de planificación e inversiones en mejoras técnicas y regulatorias para aumentar la cadena de valor del sector.
En esencia, el estudio reitera que, a pesar de ser uno de los primeros en el segmento de infraestructura en modernizarse con un marco regulatorio seguro, el sector eléctrico ahora está amenazado por su propio crecimiento, con una importante presión política en el Congreso a favor de grupos de intereses especiales.
Entre las demandas urgentes para atraer inversiones del mercado de capitales, Cortez cita la digitalización de la red, con la introducción de medidores inteligentes, baterías de almacenamiento, automatización y redes flexibles para abordar los desafíos de demanda e intermitencia.
La adopción de la agenda ESG, demandada por grandes grupos inversores, y la aceleración de la construcción de líneas de transmisión, que tardan entre dos y cinco años en satisfacer la demanda, también son elementos esenciales para la captación de fondos.
Según el estudio, Aneel, el organismo regulador del sector, prevé avances: entre 2025 y 2029, se invertirán más de R$ 140 mil millones en la ampliación de la matriz eléctrica del país y otros R$ 95 mil millones en reformas y mejoras.
Sin embargo, Cortez sugiere una respuesta regulatoria urgente dirigida a abordar la imprevisibilidad a través de regulaciones específicas para la generación distribuida (GD) e incentivos para el almacenamiento y la generación híbrida.
“Existe preocupación por la incertidumbre jurídica si se anuncian medidas abruptamente”, afirma Cortez. “Lo cierto es que, a pesar de su dinamismo, el sector eléctrico sigue siendo tan lento como un transatlántico; es decir, los cambios avanzan, pero con una inercia considerable”.